Te cuento un cuento?

Ya hace mucho que no escribo, sea por motivación o por otras cosas... pero no tengo excusa porque ya tenemos internet en casa!

En fin, que entre una cosa u otra no hemos dicho nada, pero que al fin tenemos conexión con el mundo Matrix (Gracias Pedro). Últimamente he estado leyendo blogs muy interesantes, los mismos de siempre y otros un poco alternativos. La conclusión a la que he llegado es que a todos nosotros nos gusta expresarnos de una forma u otra. Y como hacía mucho que yo no me expresaba, pues he decidido que la primera vez en mucho tiempo sea así.

Esto va dedicado a esos estudiantes que empiezan los exámenes, para esas personas que nunca terminan lo que empiezan o simplemente para alguien que lo necesite. Pati, este cuento me recordó a tí. Es de Jorge Bucay, un psicólogo y psicoterapeuta argentino muy vinculado con Granada. Lo descubrí gracias a Loli, y sus cuentos son los que me ayudan cuando me siento perdido o solo:

- Dos ranitas cayeron en un recipiente de nata e inmediatamente se dieron cuenta de que era muy difícil mantenerse a flote en esa sustancia. Al principio las ranitas chapotearon y chapotearon para intentar llegar a los bordes, pero sin ningún resultado puesto que aquello parecían arenas movedizas. Cada minuto que pasaba costaba más y más el mantenerse a flote, e incluso respirar, por lo que una ranita empezó a pensar:
"- Ya no puedo más. En esta materia no se puede nadar, así que ya que voy a morir no veo el por qué alargar mi sufrimiento."
Con estos pensamientos la ranita dejó de chapotear y se hundió en la nata. La otra rana, tal vez más persistente y testaruda pensaba:
"- No hay manera! En este líquido no se avanza nadando, pero aún así voy a luchar hasta mi último segundo de vida! No le voy a regalar a la muerte ni un poquito de mi tiempo!"
La rana nadó batió sus anclas durante un largo tiempo hasta que la nata se convirtió en mantequilla. Al ver esto, la ranita fue patinando hacia a los bordes del recipiente. De un salto salió de él y se fue croando felizmente a su casa. (Jorge Bucay, en Déjame que te cuente.)

Con esto quiero entender que no hay que rendirse ante ninguna adversidad por muy difícil y obvia que sea. Y mucho menos pensar que si uno no consigue algo, nosotros tampoco lo vamos a conseguir.

Buenos días!